La isla de Sanara se mece al capricho de las olas y el viento. No aparece en los mapas, pues a ella sólo llegan los náufragos atraídos por los cantos de sus habitantes que actúan como faros sonoros. Cuando tienen constancia de un naufragio, lo notan en sus articulaciones, acuden a esta llamada saliendo a los escarpados acantilados y entonando cantos ancestrales que hacen entrar a los náufragos en trance, y nadar sin descanso hasta sus costas. Una vez restablecidos de su naufragio, se les instruye en las costumbres de Sanara y pasan a engrosar su número.
Rosa M.
Y luego ¿qué? Imagino que los esclavizan, los devoran... No me digas que se casan con ellos.
ResponderEliminarUn saludo, Rosa.
Juan M
juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com
...y por fin están o son "sanaros" o "sanados", ¿no?, porque Sanara vendrá de Sanar...
ResponderEliminarQu-e historia más sortuda y desventurada. Los naufragos se salvan de perecer ahogados, pero pagan con... su libertad.
Como siempre, tan creativa, Rosa.
Un besoooo
Será una isla no fácil de encontrar porque de lo contrario, en breve super población... la isla se hundirá y volverán a ser náufragos a la deriva...
ResponderEliminarMe gustaría encontrarla eso si, y pasar en ella unos días!
Besos Rosa :)
Tiene un punto muy inquietante. Aunque a mi lo que más me llega es que noten los naufragios por el reuma :-).
ResponderEliminarSí que tiene un puntito oscuro. Y eso del reuma, ahora que entra el otoño, je je, ay mis rodillas, negro humor Rosa, negro humor, je je.
ResponderEliminarBesos al aire.
Suena bien, Sanara. Leo bien tu Sanara. Oscurezco bien el la negritud de tu Sanara.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, gracias, gracias.
ResponderEliminarBesos desde el aire