Mira la madre atónita el cuerpo roto del hijo. A palos se lo han matado, a palos. Se lleva las manos a la boca para detener el grito mudo y desgarrado. Vuelve la cabeza al hombre que sujeta la quijada. Lo mira, no con odio, sino con amor herido, con amor de madre. Se agarra el vientre del que salieron ambos y ahora sí, un grito rompe el aire detenido. Un grito que es una pregunta que no obtendrá respuesta.
Rosa M.
La respuesta está en la soledad de la culpa.
ResponderEliminarSaludos
Que duro...
ResponderEliminarUn trance difícil de aceptar y de asimilar...
Besos!!!
Jopes y mira que ya lo decía el título.
ResponderEliminarEn cualquier caso, jopes!
Creo que no se puede escribir mejor. Narrar mejor. Besos admirados.
ResponderEliminarIncreible manera de contar una historia ya conocida pero tu arte para hacerlo es como si la hubiese leido por primera vez.
ResponderEliminarFelicidades. Besos de gofio.
Un texto que es un quejío. Falta una guitarra al lado y el dolor del lector, enfrente.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un beso.
Buen cambio de punto de vista. Implica mucho más que la mirada del original.
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