Llegamos con hambre, intentando devorar el aire hasta que madre nos mete la teta en la boca. Vivimos con hambre, escarbando, como gallinas en busca del gusano que nos alimente. Morimos, boqueando, como peces fuera del agua, con hambre de vida. Y terminamos siendo cenizas que alimentan la tierra mezcladas con los restos del amor que nos tuvieron y, que depositan como flores, en nuestra memoria.
VAN AL AIRE
COMPAÑER@S DE TRAVESÍA
lunes, 30 de noviembre de 2020
sábado, 15 de abril de 2017
VEINTISIETE OJOS
La siguiente etapa del Camino terminaba atravesando el puente de La Maza. Perdí el sendero. Una flecha que indicaba una dirección incorrecta me hizo dar un largo rodeo que terminó con mis pocas fuerzas. Llegué a un caserón con cierta pinta de abandono. Llamé con timidez a la puerta. Una mujeruca escuálida me abrió y, sin tiempo a preguntarle por la dirección correcta a seguir, me agarró de la manga y tiró de mí hacia adentro. Veintisiete ojos me miraron desde la oscuridad. Catorce bocas hambrientas. El que más terror me produjo fue el tuerto.
Relato ganador en la categoría de castellano en la convocatoria del mes de marzo en La Microbiblioteca. No ha podido llegar en mejor momento, ya que, Van al Aire cumle 6 años de vida.
Gracias a todos los que habéis dado vida al aire.
jueves, 9 de marzo de 2017
MIGRANTES
Viajamos al sur. Crecimos con el convencimiento de que allí todavía existían árboles y briznas de algo verde. En el norte, de dónde somos, ya no crece nada bajo el manto de hielo negro que todo lo cubre. Pero nunca llegamos al sur. Parece que ya no existe. Todo es norte.
sábado, 28 de enero de 2017
NO UNAS CUALQUIERA
Foto: Luis Alejandro |
Casi cien pero, si cierro los ojos, no se nota. Siguen suaves, amorosas. Todavía tienes la coquetería suficiente como para poner color en ellas. Aunque no es necesario, ya que son un arco iris del que surgen mil historias. Me gusta mirártelas, nunca quietas, siempre hacendosas. Las recuerdo más tersas, cuando aún eran blancas y los ríos azules, que hoy corren desbordados por ellas, eran sólo riachuelos incipientes. Me emociono al mirarlas, así, viejitas, llenas de surcos labrados a fuerza de trabajos ingratos. Pero tan tiernas y delicadas. No me importa que ya no apunten derecho ni que, al seguir yo con la mirada aquello que apuntan, tenga que dar mi vista un rodeo para, al final, saber qué es lo que quieres. No me importa que tengas terremotos y que la lava de la cuchara, o el embalse del plato de sopa, se derrame por la isla de pan. No me importa tener que soltar a los patos para que recojan las migas. No me importa mientras pueda seguir disfrutando de tus manos de casi cien.
viernes, 30 de septiembre de 2016
CANÍBAL
No pasa un solo día sin un ay, sin un me duele mucho, sin un me falta el aire, sin un cuando comemos. No pasa ni un solo día sin media docena de pastillas en la cuchara, en turnos de mañana, tarde y noche. Ni un solo día que no mire aquellas pastillas de colores rojo, azul, amarillo, en el que no piense, en el que no añore, aquellos años mozos en los que los colores estaban en los globos que sujetaba con cintitas a la mano.
Y ahora se mira esas manos, blandas, temblorosas, arrugadas, que no reconoce como suyas y, vuelve a quejarse y, mira el reloj y, grita por cada mordisco del tiempo.
martes, 27 de septiembre de 2016
De nuevo, El Microrrelatista
Después de un parón, reanuda su aventura El Microrrelatista. Y yo tengo la fortuna de haber sido invitada a sus páginas con el micro "Malos Hábitos". Muchas Gracias, Torcuato, por abrirme las puertas de tu casa de nuevo.
Si queréis conocer este interesante blog sobre microrrelato y conocer a muchos y muy buenos autores, o leer mi micro, pincha aquí.
Y de nuevo¡¡¡ muchas gracias, Tor!!!
miércoles, 24 de agosto de 2016
APAGADO O FUERA DE COBERTURA
Imagen de Kenji Kawamoto. |
No es que lloviese, ni que las lágrimas no le dejasen ver. Ni tan siquiera, que la pena, se le arremolinase entre las piernas. No, no era eso. Tampoco era que ella no contestara a las llamadas, ni que hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Nada. Todo. Era esa sensación de vacío absoluto, esa sensación de estar fuera de lugar en todo momento como un superman sin cabina de teléfono. Era como caminar descalzo entre cristales. Dolía, mucho y, no había forma humana de hacer que parase.
martes, 19 de julio de 2016
VUELTAS
Six Flags |
Hay un tíovivo abandonado en un solar cerca de mi casa. Y un banquito desvencijado mirándolo de frente. A veces me paso las tardes allí sentada, observando. Y veo cómo pasaron los niños y los años. Y pienso en los que no tuvimos, niños y años, en que se nos fue el tiempo entre las manos como el agua. Pensábamos que teníamos todo el del mundo, pero el tiempo, siempre es poco. A veces es sólo un suspiro, un instante diminuto que se pierde en el olvido. Los niños y los años que no tuvimos siguen girando, mareados de dar vueltas eternamente entre lo que realmente es y lo que me hubiese gustado que fuera. Mis ojos están secos, lloro lágrimas de arena y, así, voy enterrando mis pies. Quizá, algún día, de nuevo florezca.
sábado, 18 de junio de 2016
LA MEMORIA ESCURRÍA
http://christophejacrot.com/ |
No era París, ni siquiera una gran ciudad donde pasar desapercibidos. No eras tú, ni era yo. Si no nosotros. Un dos en uno y un uno hecho de dos. No era París, pero el agua se deslizaba por los cristales de la habitación y, si entrecerrábamos los ojos, la torre Eiffel aparecía desdibujada al otro lado haciendo un guiño a nuestros juegos de amantes. No, no era París, no lo era, pero, paseamos las sábanas agarrados de las manos, como si lo hiciéramos por Montmartre, con sus pintores desleídos por la lluvia, formando un cuadro de un impresionista borracho. Y nos amamos. No en París, no. En un París escurrido por nuestra memoria, hecho de retazos abigarrados, donde lo único palpable, tangible, tocable, éramos tú y yo. Nosotros.
lunes, 6 de junio de 2016
REGALO DE ANIVERSARIO
Me preguntaba, entre juguetona y encantada, que en cual de sus manos, que mantenía a su espalda, escondía mi regalo de aniversario. Yo sabía que era algo precioso que había escogido con cuidado y, que seguro sería de mi agrado. Sin embargo sólo podía mantener la mirada en una puntita de cinta roja que se enroscaba caprichosa entre sus muslos desnudos. Quizá enseñándome el camino a sus encantos que, para mí, eran el mejor regalo.
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