Era tarde, llovía y tenía que hacer tiempo. Como siempre había llegado a la cita mucho antes.
No aguanto la impuntualidad, eso me lleva a tener que esperar siempre. Esperar a los que son puntuales y esperar más, a los que siempre llegan tarde.
Caminé por la acera refugiada debajo del pequeño paraguas de bolsillo que siempre me acompaña. Decía mi madre “mejor prevenir…”.
Busqué un bar para tomar un café, pero como ocurre siempre con las cosa que buscas, no aparecen. Ninguno a la vista.
Cabreada, helada y mojada, reparé en un almacén. Eran dos traseras abiertas de par en par con una iluminación mortecina. Busqué con la mirada algún cartel que me informase sobre la clase de negocio que allí se desarrollaba. Nada, ni un indicio.
Ésto alborotó mi curiosidad, siempre he sido muy curiosa, y mi cabeza, en ebullición, comenzó a especular, sería esto, aquello, lo de más allá.
Paseé por delante del portón, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha y vuelta a empezar.
Cuando de repente al darme la vuelta, me asustó, una mujer de amable sonrisa y mirada inteligente, detrás de sus gafas, me habló. Pase usted si quiere, a si se refugia del mal tiempo.
No se preocupe la contesté, no quiero molestar.
Ella volvió a sonreír e insistió. Pase de verdad.
Con pasos vacilantes acepté su invitación sin saber que me iba a encontrar, pero con la curiosidad a flor de piel.
Eche un vistazo y si necesita algo estoy en este pequeño despacho. Me dijo mientras desapareció por una puerta medio oculta por unas cajas viejas
Me adentré en la semipenumbra. Poco a poco se fueron mis ojos acostumbrando a la luz o mejor dicho a la falta de ella.
No tenía un espejo para mirarme pero mi cara debía de ser de un asombro absoluto.
Aquello tenía luz propia, os puedo asegurar que hasta sin luz hubiese brillado.
Eran piezas maravillosas llenas de colorido y cada una contaba una historia diferente. Pasee entre ellas empapándome de su belleza y armonía. Me emocioné, me moje de lágrimas.
El tiempo se detuvo y no puedo decir que pasó…
Me dirigí a la puerta con esfuerzo, volviendo la cabeza atrás a cada momento para recordar todos los detalles posibles.
Llamé a la amable señora para darle las gracias y preguntarle por aquellas maravillas, pero nadie respondió.
Mire el reloj y salí corriendo, por una vez la impuntual iba a ser yo,
Al día siguiente volví a la calle del almacén dispuesta a enterarme de todo lo referente a lo que vi y que tanto me maravillo, pero estaba cerrado. Mire en derredor por si alguien podía decirme los horarios de apertura del almacén, pero no había nadie por la calle.
Entonces me fije en un pequeño cartel, me acerque para leerlo mejor, mis ojos no son lo que eran, la sorpresa me dejo helada.
El cartel rezaba a si” CERRADO POR DEFUNCIÓN”
Casualidades de la vida, mientras yo disfrutaba del trabajo y el talento de esta mujer, ella dejaba esta vida en el silencio y la soledad de su pequeña oficina.
Rosa M.
Impresionante relato, bien llevado, con la escenografía justa y los tiempos verbales cayendo en la emoción del lector, ávido por "ver" los objetos que a la protagonista tanto entusiasmaron y enternecieron.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Triste y dulce historia, muy visual (cada lector acompañará la mirada de tu protagonista segundo a segundo).
ResponderEliminarSiempre es un placer leerte!
Besos desde córdoba
Interesante relato. Me gustó la simpleza con la que trataste la historia (que nos permitió ver a través de los ojos de tu adorable personaje) y el gran final que le diste.
ResponderEliminarLlegué hasta aquí tras verte recomendada en el blog de Lía y he quedado más que satisfecho. Me impresionaron tu creatividad y tus trabajos (especialmente "leyenda").
Gustoso te sigo.
Me quedé con las ganas y la curiosidad de saber las maravillas que guardaba el almacén. Triste final.
ResponderEliminarJulio, gracias. Las maravillas quedaron sin decir para que cada uno vea lo que quiera.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Patricia, eres un solete, mil gracias por leerme y acompañarme en este almacen.
Besazos hasta Córdoba desde el aire
Emanuel, se bienvenido, gracias por tus palabras tan amables y a Lía por sus palabras hacia mí.
Vuelve siempre que quieras.
Saludos desde el aire
Montse, las maravillas quedan para la imaginación del lector, y el final es triste como la vida suele ser en todos sus finales.
PD.No te puedo comentar en ninguno de tus blogs, no me deja, pero no te quepa duda de que te leo.
Besos desde el aire.
Te envidio con toda mi alma Rosa. Has vivido un cuento. Sin palabras me quedo maravilloso. Un beso.
ResponderEliminarKarras, mil gracias, a mí tú si me dejas sin palabras...
ResponderEliminarBesos desde el aire.
Ostras Rosa, me has dejado helada!
ResponderEliminarPor un momento estaba contigo en ese almacén... lo has descrito con tal sutil detalle,sin decir y diciendo... con tanta pasión en tus palabras que has hecho volar mi imaginación.
Hasta he visto aquella mujer...
Tienes una capacidad de descripción increible... me metí en la historia de modo indecible...
A medida que iba leyendo me entraba el escalofrio...
Que final! Rosa!... simplemente espectacular.
Que genial eres!
Besitos mil.
Muy bien llevada la historia, Rosa.
ResponderEliminarNos has tenido intrigados hasta el final :-)
Un beso grande.
Gala, me sonrojas, me alegra que te guste.
ResponderEliminarBesos desde el aire
MJ. mil gracias Maga.
Besos desde el aire
He disfrutado del halo de misterio con el que envuelves esta historia que avanza a pasos pequeños para degustar cada detalle. Dejas a la imaginación del lector la naturaleza de esos maravillosos objetos que esconde tan enigmático almacén. Eres delicada con las palaras, en prosa y en verso. Un abrazo.
ResponderEliminarPedro, muchisimas gracias por tu comentario que me anima a seguir imaginando...
ResponderEliminarAhora mismo voy a ver tu recomendación del viernes.
Besos desde el aire
Y qué puedo decir de historia tan bella cargada de admiración por lo que no se nombra y de duelo por quién en la penumbra se fue llevándose consigo tantos misterios.
ResponderEliminarUn beso desde mi nube,
Saudades gracias que tu imaginación haga el resto y cubra los huecos que dejan mis palabras.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Hola Rosa!!
ResponderEliminarcreo que es lo primero que te leo de este tipo... Me gusta la trama y la forma en la que la has narrado.
Bien, bien, bien!!!!!
Abrazos!!!
Gracias Don Sucede viniendo de usted maestro del terror y la intriga es un halago. Jajaja
ResponderEliminarEstarás contento...Eh!!!
Besos desde el aire
Genial, Rosa, me ha encantado. He estado intrigada hasta el final y menudo final. :))
ResponderEliminarPor cierto, preciosos los objetos del almacén, especialmente el que estaba en la tercera estantería de la vitrina de cristal.
Buen finde…Un bessito
Men, gracias por usar la imaginación...
ResponderEliminarBESOS DESDE EL AIRE
uy Rosa, me ha encantado este relato!!!
ResponderEliminarEspero que te animes a hacer entradas de este tipo porque lo narras genial, ese almacen es realmente mágico... No he podido evitar abrir el cofre de color bronce, ya sabes cual, seguro que lo viste, el que estaba justo al lado de la jirafa tallada en madera africana, lo que habia dentro era prodigioso...
Besos y pasa un fin de semana SuPer!!!
Doña M. me encantan tus visiones del almacen, gracias por compartirlas conmigo.
ResponderEliminarNo puedo decir que tipo de entradas voy a poner surgen en un instante y eso es lo que leeis.
Besos desde el aire.
Se deja querer, es una historia tranquila, suave, con un final que no deja tiempo a la tristeza.
ResponderEliminarBlogsaludos
Adivin, gracias por tus palabras...
ResponderEliminarY tu lectura.
Besos desde el aire
Que linda narración! que bueno! Excelente. Me encanto acompañar a esa mujer puntual, tarde a su cita! Un beso grande!! y gracias otra vez
ResponderEliminarCorina, muchisimas gracias, eres un amor...
ResponderEliminarBesazos desde el aire
Bien llevado, nos has tenido en ascuas hasta el final, aunque sea tan triste y tan sorprendente.
ResponderEliminarPero así es la vida
Un abrazo
Eléna, muchisimas gracias,me gusta que te sorprenda el final.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Tu historia me envolvió desde la primera palabra, yo estaba en el almacén contigo ¿no me viste?.
ResponderEliminarMuy bueno, muy bien narrado y muy bien tejido el espacio para la imaginación.
Un abrazote
Me gustan mucho los relatos, creo que a diferencia de una larga novela dejan más libertad a mi imaginación.
ResponderEliminarEste tiene todos los ingredientes para que lo guarde y releerlo, una y otra vez, tratando de descubrir nuevas pistas.
Sinceramente, me ha encantado.
Un abrazo.
Esperanza, muchísimas gracias, no te vi, estaba ensimismada, perdona.
ResponderEliminarGracias por imaginar conmigo.
Besos desde el aire
Eduardo, me quedaste sin palabrras...Solo puedo darte mis más sincers GRACIAS.
ResponderEliminarBesos desde el aire.
me ha pasado algo parecido, alguna vez. Y no me gustó lo que sentí. Un beso
ResponderEliminarElchiado, es duro que se muera la gente así.
ResponderEliminarBesos desde el aire
interesante y bien relatado
ResponderEliminarBeatriz, gracias por tus palabras y por leer.
ResponderEliminarSaludos desde el aire
Como algo soñado me resultó el relato. Dàndote tiempo para dibujar al personaje hasta que lo metes en el cuchitril de hermosos objetos, casi recuerdos.
ResponderEliminarSalu2.
Gracias Javier por tu comentario. Me encanta.
ResponderEliminarBesos desde el aire