Salí de mi cuerpo, no me pareció extraño, más bien fue
algo natural. Un hilo plateado me ataba al desmadejado cuerpo tirado encima del
asfalto. Tiré del hilo, pero pese a su aparente fragilidad, no se rompió.
Un
viento suave desplazó mi ingrávido ser. Me reí sin boca y mire sin ojos. Estaba
a gusto mecido en la nada. De repente, sin saber como, me encontré en una
extraña estancia.
Inmensas
estanterías del suelo al infinito llenaban las paredes. En ellas se amontonaban
sin orden ni concierto aparente, libros de viejo, manoseados y ajados por el
uso y el tiempo. Di unos pasos y tropecé con un minúsculo escalón, apenas
imperceptible. Mi yo insustancial se agitó y volví a reír ante la incoherencia.
En
el centro de la sala una escalera me invitaba a subir. Lo hice.
El
piso superior era aún más extraño. Muebles antiguos aparecían colocados como
esperando que te golpeases con ellos, un gran sifonier, un perchero con espejo,
me miré pero no me vi, esto me inquietó un poco, pero los cuadros que colgaban
por todas partes distrajeron mi atención. Fotografías de conciertos. Extraño,
pensé.
En
una esquina un coqueto rincón de lectura apareció iluminado por un foco. Una
enorme fotografía de La Gran Vía atravesada por… ¿Mazinger Z? Si, era ese
dibujo de cuando era niño, volví a reír.
Como
salido de ningún sitio un extraño ser
ahuecó un cojín de La Pantera Rosa y se
sentó. Me hizo una seña con el dedo para que me acercara y tomara asiento. No
sentí temor, me senté y permanecí en silencio.
Puede
que pasaran horas, o quizás fue un segundo, no lo se. El ser no decía nada,
solo me miraba y parecía meditar. Cuando se decidió a hablar, la voz no salía
de su boca, si no que se introducía en mí, desde todos los rincones.
_ ¿Que
haces aquí?_ Preguntó
Le
miré sin mis ojos y solo pude encogerme de hombros.
_Debes
volver_ Dijo
_ ¿Cómo?_
Pregunté.
_Por
donde has venido, como si no…
Esta
respuesta, me dejó perplejo y cuando reaccioné ya no estaba allí.
Entonces
me acordé del hilo plateado y empecé a tirar de él, para llegar de nuevo hasta
mi cuerpo. Me llevó un tiempo precioso desenredarme de muebles y libros, pero
con paciencia lo conseguí.
Tiré
y tiré del hilo hasta que llegué a mi cuerpo. Me miré y me pregunté rascando
una cabeza que no tenía como iba a colarme de nuevo dentro. En estas estaba
cuando sentí una succión como de aspirador a máxima potencia.
Abrí
los ojos, esta vez, de verdad, me sacudí la ropa y reí con mi boca, una
sonora carcajada.
Rosa M.
Hiciste un viaje astral, simplemente, Rosa.
ResponderEliminarHay quienes dicen lograrlo, cuando están bajo anestesia y al borde de la muerte. Yo hice uno, muy corto, pero alucinante, mientras permanecía sedada en el quirófano. Jamás podré olvidarlo. No sé si tu experiencia fue real o producto de tu imaginación literaria. De todas formas, me ha fascinado!
Besos
Esos viajes los hacía de pequeña, pero me daban miedo y me negaba tanto que al pasar la adolescencia, se acabaron. Realidad o fantasía, no importa. Me gusta como lo describes, de manera natural y creíble. Y el final con carcajada también.
ResponderEliminarBesos, Rosa. Espero que hayas disfrutado estos días de vacaciones.
Un buen viaje, Rosa. Fantástico.
ResponderEliminarBesos volados.
Curioso viaje Rosa el que nos muestras. Entre lo material y lo inmaterial, el no ser y el ser, y ese hilo que permanece entre ambos mundos. Parecería un sueño, de no ser por el polvo de la ropa.
ResponderEliminarUn abrazo
Me gustó tu viaje, un viaje diferente pero muy, muy instructivo. Me alegra que regresases, a ver, qué sería de nosotros sin ti. Besos amiga y feliz regreso también a esta casita tuya.
ResponderEliminarMuy sugerente. Consigues que despeguemos realmente del suelo contigo. Menos mal que siempre hay un hilo que nos conecta.
ResponderEliminarAbrazos
Precioso, Rosa, creo que has estado en el paraíso como un biblioteca, al mejor modo borgeano.
ResponderEliminarUn encanto de visita a ese otro mundo posible
Abrazos!
Vaya viajecito, Rosa. Yo diría que no es al mundo de los sueños. Es más allá. Pero no era su hora, y le hicieron volver. Me gusta lo del hilo plateado, mucho más práctico que lo de las miguitas, dónde va a parar!
ResponderEliminarUn abrazo.
Un viaje perfecto para ...una hora, no más. No por los libros, sino por la angustia de mirar sin ojos, pensar sin cabeza y todo eso. Me gusta que el cuerpo lo haya succionado y haya vuelto a reir.
ResponderEliminarTu imágen elegida de Escher es de mis preferidas. Antes pintaba mundos imaginarios a lápiz parecidos a esas escaleras enroscadas en un mismo punto de perspectiva.
Felicidades por este vieje, de ida y vuelta ¡menos mal!.
BESOS
Quien tiene estos viajes astrales los cuentan como algo grandioso, tu percepción de este viaje ha sido muy real!
ResponderEliminarMe gusto como describes... mirar con ojos y reir sin boca.
Besos :)
Es un texto, limpio, contundente, tiene mucho ritmo y te deja con ganas de más...
ResponderEliminarTe recomiendo "Una soledad demasiado ruidosa" Bohumil Hrabal leyéndote me lo has recordado.
Besicos, pronto salados, estoy ya de vacaciones.
Vaya viaje. Eso sí, no me importaría pegármelo de vez en cuando si acaba con esa carcajada que tan nítidamente he oído.
ResponderEliminarEl dibujo escogido(todo un clásico), perfecto con tu cuento.
Buscaré mi hilo plateado...
Un beso.
Me gusta mucho más que la luz al final del túnel.
ResponderEliminarUn buen viaje, Rosa. Me gusta como lo has contado, tan real y pegado a lo que cuentas. Es así y afortunadamente aquí hay un hilo que conecta a la vida y a esa carcajada que se puede oír no solo leer.
ResponderEliminarBesitos