Todo comenzó en casa de Luisa y su convocatoria para participar en la I Carrera Verde Digital y por relevos...Se formaron los equipos, todos muy verdes, Brócolis, Acelgas, Kiwis, Lagartijos y el equipo en el que participo Los Repollos. Desde el blog de Luisa podéis acceder a todos los equipos y sus participaciones. Merece la pena que os paseéis por todos y cada uno de los blogs participantes.
¡¡¡AUPA REPOLLOS!!!
El pistoletazo de salida fue esta ilustración de Sara Lew y todos pedaleamos...
Empezó la carrera de Los repollos con mi relevo:
CACHITOS
Encontré una rueda y no faltaba ningún radio. Los tenía todos. Llegué a casa corriendo girándola por el camino de piedras y barro, la
añadí al cuadro, al manillar y a otra rueda que había ido rescatando días atrás
de entre el montón de basura y chatarra que era mi jardín de recreo, la oficina
de papá y el trabajo de mamá.
Hoy he encontrado una cadena y los pedales. Ya tengo
bici, sin frenos, pero es mi bici. Con un botecito de pintura verde que
encontré hace unos meses y que tuve que esconder, pues si Marga lo ve lo querrá
para pintar los tallos de las flores de su jardín de pared, la dejaré como
nueva y volaré.
Rosa M.
Laura Garrido con la última frase como mandan las bases fue rauda y veloz en el suyo.
DESDE EL CIELO
La dejaré como nueva y volaré hacia el cielo. Sé que
podré
hacerlo porque la noche de Reyes ví medusas que flotaban en el aire
impulsadas por vehículos transparentes
construidos con tubos de latón, dos ruedas gigantescas, dos más pequeñas y un
volante para conducir mis sueños que excitó mi imaginación.
Aunque les pedí un coche volador fue demasiado tarde para cumplir mi deseo. Me trajeron una bicicleta de segunda mano que mamá frotó
hasta la extenuación como si se tratara de abrillantar los candelabros de
plata, y mientras, yo la observé en silencio tras el quicio de la puerta
imaginando para qué utilizaría una bicicleta en una ciudad abarrotada de
coches.
He decidido cortar unas sábanas raídas para construir dos
alas, he tomado prestados los bastones de boj del abuelo que harán de armazón
volante, he diseñado un prototipo parecido a los de Leonardo, y no he olvidado
la chistera de mago para alcanzar mis sueños. Cuando vuele muy alto y navegue
sobrevolando el mar, fotografiaré las basuras, y cuando surque los montes,
tomaré instantáneas de sus bosques quemados. Seré tan famosa, que la próxima
vez que alguien se atreva a tirar una colilla encendida o arrojar al mar una
bolsa de plástico, primero alzará su vista a las nubes, no sea que yo le
denuncie desde mi pájaro alado.
Laura Garrido.
Anita Dinamita lo cogió al vuelo y nos regaló un espectacular relevo:
EL VIGILANTE NOCTURNO
Desde mi pájaro alado observo vuestras jaulas. Siempre he
odiado este trabajo, después del toque de queda no puede deambular nadie por la
ciudad. Y así he pasado noches y noches de aburrimiento. Alguna vez he creído
ver algo o a alguien y, tras disparar, he comprobado que, en el mejor de los
casos, era un gato callejero o un perro desahuciado. Nadie se atreve conmigo,
en mi zona todos saben que soy el mejor, que con mi vista panorámica nocturna
no escapa nadie.
Sin embargo, hace días que noto algo raro, un movimiento leve en algunos huecos oscuros, un ligero eco de pequeños pasos, sombras que se
repiten a diferentes horas. Pensé que me estaba haciendo mayor y que ya no era
el mismo, pero puse especial atención en esas horas indecisas en que la luz
cambia, y por fin acerté a ver por donde salía ella. Sí, ella, una niña. No
pude disparar, me quedé ensimismado mirándola, me recordó a mi infancia, traía
un aroma a flores y a campo que permanecía olvidado en algún lugar lejano de mi
memoria.
Así, me pasé días observándola en su ir y venir, recoger cosas de todas partes y llevarlas a un almacén abandonado, pero sin hacer
apenas ruido, sin casi mostrarse, con una ligereza de movimientos que solo una
niña podría tener. No sabía qué hacía allí pero no me importaba, mientras la
seguía por la ciudad logré una plenitud que hacía mucho que no sentía.
Hoy por fin parece haber terminado, del almacén ha sacado un artilugio con ruedas, algo parecido a las bicicletas con las que jugábamos
de pequeños, pero no es exactamente eso, tiene velas como si fuera un barco,
alas como las de un avión, y flores, muchas flores de todos los colores. Ha
comenzado a pedalear, mirándome fijamente a los ojos y ha salido volando,
rodando, navegando hacia mí, hasta dejar grabada en mis ojos de metal esa
sonrisa perfecta.
Ana Vidal
Carmen Martínez ,nuestra ilustradora, le puso cara y color al cuento de Anita...Y Ana Crespo Tudela le dio otra interpretación y nos sorprendió con sus cuatro letras.
Dama de noche
A cada día gris y plomizo, en el que el único juego era
trepar
a los árboles calcinados, con el propósito de ser el primero
que
encontrara una señal de vida entre las ramas, le seguía una noche en la que las pesadillas,
por la aventura frustrada, invadían nuestros sueños. Como cada noche, mamá nos consolaba con
bellas historias, en las que las calles estaban repletas de jardines que nos
impregnaban del intenso aroma de sus jazmines, y las rosas de los tiestos de
los balcones daban pinceladas de color.
Después nos besaba con ternura y nos prometía que, algún día, nuestros
deseos se cumplirían. Así pasamos las
semanas, los meses, envueltos en una triste monotonía, hasta que un sueño de
ensueño, en el que, subida a mi triciclo, paseaba por el cielo y lo sembraba de amapolas, encendió una
llamita de esperanza en mi pequeño corazón. Aquella mañana todo transcurrió
como de costumbre: contamos hasta diez y
la carrera comenzó. Todos salieron en estampida menos yo, ese día había
decidido quedarme en casa y buscar bajo la ceniza que cubría el jardín. Después de un par de horas de infructuoso
trabajo, cuando estaba a punto de abandonar, me senté a los pies del árbol preferido de mi
abuelo y empecé a apartar las hojas
secas. De este modo se cumplieron mis
deseos y gané el juego. Gracias al diminuto brote de la "Dama de
noche" que encontré entre sus
raíces y que, todavía hoy, mientras veo a mis nietos correr entre las flores,
acompaña mis noches con su perfume y trae a mi memoria las dulces palabras de
mamá.
Ana Crespo Tudela
Y nuestra carrera llega a su fin con el relevo de Mei Morán
EMIGRANTES
Las dulces palabras de mamá provocaron más bien malestar.
Nadie quería caer en una melancolía blanda que impidiese actuar rápido. La nave
provista de lo únicamente imprescindible, nos esperaba en la parte baja de la
colina. Toda la familia subió sin vacilar aunque, con la mirada húmeda, aún nos
dio tiempo de echar una ojeada, por el rabillo del ojo y ver todos aquellos cráteres
vacíos. La amenaza de erupción era inminente y decidimos irnos para siempre.
Desde arriba todo lo que había sido cercano y conocido convergía en un sólo
punto, que acabó desapareciendo. El viaje fue eterno y dormimos durante años.
Despertamos más viejos pero con la esperanza de encontrar un nuevo hogar. Las
coordenadas coincidían y el punto de llegada era exacto, el aterrizaje también.
Poco después tomaron tierra miles de los nuestros. El paisaje era desolador, el
planeta no era tan bello como el que habíamos abandonado, las montañas de
basuras se amontonaban y el grado de radioactividad y contaminación era muy
elevado. Las aguas de ríos y mares otrora seguramente claras se movían lentas y
sucias. Supusimos que los habitantes habían perecido por esas causas.
Estudiamos sus técnicas de construcción. Algunos edificios llamaron nuestra
atención. Pirámides misteriosas en terreno desértico, una larga muralla que
pudimos ver desde el espacio antes de llegar, una torre inclinada, que luchaba
contra la fuerza de la gravedad. Extrañas formas de vivir que no íbamos a
retomar. Todo estaba por hacer pero teníamos el ímpetu y la fuerza. Nos movía
la ilusión y el instinto de supervivencia.
Mei Morán
Gracias a todos los que habéis hecho posible esta Carrera Verde y en especial a Luisa por su trabajo y sus ideas.
Besos desde el aire...
Ha quedado superbien.
ResponderEliminarGracias, te lo agradezco mucho, y seguro que todos tus lectores también.
Besos
De nuevo gracias a ti, Luisa. Me gusta tener toda la carrera de los repollos juntita, sin que falte ni una coma.
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Jopeee, ¡qué aplicada mi vecina!,
ResponderEliminarte felicito preciosa.
Un beso desde aquí cerquita.
Me apetecía tener toda la carrera de los repollos así juntita.
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Gracias, Rosa, por recapitular,me faltaba leer el relato de Mei con el que ha acabado tan bien nuestra participación.
ResponderEliminarHa sido estupendo formar parte de un equipo de mujeres Repollo, por no decirlo de otra manera :) (perdón)
Un beso
Jejejej Ana, que le vamos a hacer, somos mujeres y repollos...Un gustazo formar parte de este equipo y de esta carrera.
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Interesante relato, saludos estelares desde mi querida Guatemala
ResponderEliminarGracias SL.
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Me encanta cómo quedó,, Rosa. Así leída de un tirón quedó espectacular esta carrera de repollos,. Felicitaciones a todo el equipo!!
ResponderEliminarSaludos verdes van
Gracias Sandra. Ha sido un placer participar en esta carrera verde, saltar de blog en blog siguiendo los relevos y disfrutando de las distintas visiones.
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