Ilustración de Mercedes Daza |
Dejó el frasco de las pastillas vacío en la mesilla. Se
tumbó y esperó pacientemente a que hiciesen efecto. El sopor químico le llegó
como un sopapo dejándola inconsciente. Un sueño sin sueños, un sueño en blanco
satén, indoloro, sin recuerdos. Un despertar repentino le devolvió a su
realidad brumosa de boca pastosa y equilibrio precario. A su lado, su marido
seguía durmiendo. No era consciente de que él también se hubiese acostado. Fue
a la cocina dándose golpes contra los muebles, se frotó los ojos y miró con
disgusto que en el fregadero seguían los platos sucios.
Rosa M
Rutinas que se hacen monótonas y ahí sí que habita el peligro.
ResponderEliminarBesotes de Fairy (que no hay color, oiga)
Es que nunca habría que caer en semejante rutina.
ResponderEliminarUn abrazo. Muy bueno el micro.
Horrible despertar
ResponderEliminarAbrazo
Vaya, parece que cuando llegas al otro barrio, te encuentras a tu pareja durmiendo y los platos sucios en el fregadero. Para ese viaje no hacían falta alforjas.
ResponderEliminarUn abrazo.
El puñetazo de la rutina.
ResponderEliminarQué bueno.
Un beso, Rosa.
Hay cosas que por más que nos empeñemos no cambian nena... triste realidad, triste rutina.
ResponderEliminarA veces pesa tanto como el cuerpo después de una dosis extra de tranquilizantes.
Nada puede con ella, sólo queda seguir arrastrando.
Últimamente no estoy, pero no dejo de acordarme de estos lugares donde pasear es una lectura que alimenta la sonrisa, descubre vuestro ingenio y me hacen sentir bien.
Besitos mediterráneos.
Un pesadilla y de las peores, porque se intuye que es una vida deshojada y sin ilusión... triste!
ResponderEliminarBesos :)
Es que la rutina tambien puede ser pastosa y desequilibrar la vida hacia unos derroteros peligrosos.
ResponderEliminarBesos de gofio.
La rutina como veneno de la alegría; coronada por esa desazon que produce el desconsuelo. Gran micro, Rosa.
ResponderEliminarEs el tercer micro que leo hoy del concurso y que me lleva a volver a afirmar que el nivel de este mes está muy, muy alto.
Un abrazo.
Supongo que es triste levantarse y darse cuenta de que el useño es mejor que la vida, aunque tampoco tenga nada de particular. Me gusta mucho porque describe realidades con un chispazo que hace innecesario nada más.
ResponderEliminarUn beso.
La imagen de los platos sucios es la verdadera clave de esa rutina que envuelve a la protagonista. Es como si estuvieran ahí todos los días para que sólo ella los viera, como si la monotonía de esa casa se hubiese metarfoseado en los restos de comida y en las migajas de los sueños en su memoria.
ResponderEliminarMe gusta mucho Rosa, y enseguida me voy a ENTC a comentarlo.
Un beso de esta que tiene la cocina sin limpiar...
Con esa visión de los platos sucios en el fregadero no me hubiera extrañado que pegara el grito de tarzán.
ResponderEliminarUn micro buenísimo, guapetona.