Cada noche observaba las estrellas desde el jardín. Se
escurría de entre las sábanas cuando todos dormían y armada con sus prismáticos
y su mantita se escapaba de puntillas. Ponía nombre a las estrellas, la luna la arropaba y le hacía confidencias pegadita
a su mejilla. Una noche, la luna en cuarto menguante no llegó desde su altura
al cuidado de la niña y un frío viento del norte la arropó mientras dormía.
Rosa M.
El frío viento del norte no creo que sea el mas adecuado para el arropó de una niña, te tiene que dejar petrificada... pero claro! la intensión es lo que cuenta...
ResponderEliminarTe quedó presiono Rose :) Un beso!!!
La luna y la muerte siempre son un matrimonio. Que se lo pregunten al poeta granadino.
ResponderEliminarUn beso.
Ese viento del Norte de Chocolat, el viento que nos invita a mudarnos. Besos
ResponderEliminarMira José Luis ha pensado en lo mismo que yo, en Chocolat, ese viento que anima al cambio.
ResponderEliminarBonito cuento nos contaste para ir a dormir arropaditos y felices.
Un abrazo Rosa.
Bonita entrada, es un placer el visitarte desde mi querida Guatemala
ResponderEliminarEse equívoco frío, ese viento del Norte, no sé... ¿Lo cambiamos por una cálida brisa del Sur? Es que no tengo calefacción en casa. Acogedor texto. Un abrazo.
ResponderEliminarSuscribo lo comentado por CDG, Rosa; luna y muerte suelen pasear de la mano.
ResponderEliminarBuen trabajo.
Un abrazo,
La luna tiene muchas caras, mucha poesía y sobre todo mucha Luz.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte amiga desde mi Librillo.
Me ha gustado eso de ponerle nombre a las estrellas. Este relato tiene vida, aunque juegue con la muerte.
ResponderEliminarBesicos, amiga.
Una imagen muy poética ese viento del norte, muy bien traída. Yo si el cielo está despejado, veo la luna cada noche desde la cama.
ResponderEliminarRosa, un microrrelato muy sensitivo y tierno, en el que las imágenes que propones son un regalo para los sentidos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besoss
Me ha recordado mucho a mi niñez. Me gustaba mucho mirar las estrellas, me tumbaba en el patio en verano e imaginaba otros mundos. Un beso y un placer leerte de nuevo. Un beso.
ResponderEliminarPrecioso Rosa, me ha transmitido calidez y desamparo a la vez. Está cuajado de emociones y las estrellas son un punto débil que yo tengo. Incluso tengo un cacharro grande para mirarlas...sólo entonces nos damos cuenta de la pequeñez de nuestras vidas.
ResponderEliminarBesos desde mis palabras ¡precioso!
Ha quedado una historia muy lorquiana, Rosa. Y con algún toque de Jose M. Cano. Ay, esa luna que no llega, ay, ese viento que no cesa...
ResponderEliminarUn abrazo,
Qué los vientos del norte nos pillen bien abrigados...
ResponderEliminarGracias a todos por vuestras lecturas y comentarios que me animan a seguir inventando historias.
Besos desde el aire