Lo pienso, cada vez que te veo enroscarte en mis piernas,
que desvaneces tu cuerpo sobre mis rodillas, la mano se
me va a tu garganta. Disimulo mis ganas de apretarte el
cuello con una caricia rabiosa, que tú agradeces felina con
un ronroneo de satisfacción. Al caer la noche desapareces,
y en la madrugada vuelves a casa cansada y con el pelo
revuelto. No das explicaciones, jamás sé donde o con quién
pasas las noches. Sólo te espero despierto con tu cuenco
de leche preparado.
Rosa M.
Escrito para los viernes creativos de El bic naranja
Jeje muy sugerente para relajar la tensión al final. Me gustó.
ResponderEliminarAl menos esta felina vuelve a casa...
ResponderEliminarMe encanta Rosa!!!
Hola, Rosa.
ResponderEliminarQué gusto regresar y comprobar que sigues haciendo girar las palabras con la destreza de una malabarista.
Con el tiempo que hace que estaba retirado tendré que pasar un buen rato aquí para ponerme al día :-)
Besotes de reencuentro :-)
Primero, he disfrutado taco con la canción y las imágenes: qué tiempos, yo también fui joven!!!
ResponderEliminarSegundo, mira que cuando lo releo me digo, pero si ya lo había dicho!!!!
Total, que un ratito estupendo de gritarme a mí mismo.
Un abrazo, Rosa
Si es que las gatas es lo que tienen, son almas libres.
ResponderEliminarSaludos
Con tu cuenco de leche... : ) Me encantó este relato, a ver si me sumo a la propuesta del Bic Naranja que siempre da temas interesantes. Un abrazo!
ResponderEliminarNo queda más que rendirse ante esa indomable libertad.
ResponderEliminarSiempre es una dicha pasar a leerte, Rosa.
Besos desde el otro lado del mar
Gracias a todos por vuestras lecturas y comentarios.
ResponderEliminarBesos desde el aire