EL HOMBRE GRIS

 

Tras el gris de un cielo infinito tiemblan las ajadas manos de un ser detestable. Mira despacio a su alrededor, olisqueando la tarde y en sus filamentos se detienen las fragancias del miedo; Un olor ácido,  de orines rancios y de la putrefacción de desdichados cuerpos al borde de la descomposición mental. El hombre gris disfruta de ese paisaje, se lo come con las manos como las ratas la basura, haciendo bolitas que humedece con espumarajos antes de masticarlo y deglutirlo. Disfruta, mientras una baba espesa le recorre la barbilla. Los ojos le brillan perdidos en el deleite. No es un dios, sino la imagen deforme y tosca que devuelve el espejo de tus malditos ojos. Te los arrancaría si pudiera. Y puede. De su chaqueta de poliéster saca el muestrario de estiletes. El escalpelo numerado con un tres sirve para crear en tu cara una zigzagueante ruta camino de tu ceguera. -No puedes, gritas. No te atreverás a quitarme mis ojos. Pero es tarde, desprovisto de párpados que parapetan tus cristalinos, el acceso es mucho más sencillo. Ves llegar el filo brillante, la voz no consigue salir de tu boca seca. Y el grito se ahoga ante el terrible desenlace. La luz cede el paso a la oscuridad. Tus ojos ya son suyos.

Sucede y Rosa M.

Este texto surgió de una improvisación entre Sucede http://quenomecansodeser.blogspot.com/ y yo. Espero que no seáis muy duros al juzgar...