COMPAÑER@S DE TRAVESÍA

martes, 24 de febrero de 2015

CHINASKI, ERES MI HÉROE





Hoy es mi día de descanso. Me he levantado tarde, aunque a las seis de la mañana he ido al baño. Parece que tengo impresa en el coco la hora de ir a trabajar. No he encendido la luz y he vuelto a la cama sin dar tiempo a que se enfriase. He dado vueltas sin conseguir volver a dormir, hasta que he decidido ponerme a leer. “Cartero” otra historia de Bukowski. Yo quiero ser Chinaski, me fascina esa manera que tiene de vivir o más bien de estrujar la vida. La manera en la que ve y trata a las mujeres, ese rascarse los huevos, así sin paños calientes, y cómo se pone palote ante un buen culo y unas hermosas tetas.

Me he levantado al terminar el libro con una sonrisa de satisfacción en la cara. Preparo café y mientras se hace voy al baño rascándome el trasero y los sobacos. Lo que más me gusta del mundo es rascarme los sobacos. Me miro en el espejo, tengo una barba de varios días, hoy tampoco me afeito me da pereza. Enseño los dientes y me guiño un ojo. No estoy mal del todo, pienso. Lástima que poca gente sepa verlo. En fin, ellos se lo pierden.

—¡Ay, Chinaski, Chinaski! Eres un perdedor con suerte. Siempre caes de pie como los gatos. —Pienso en lo que me tomo el café y ojeo una revista con una tremenda hembra en la portada. —Esta sería de tu agrado, Chinaski, tiene unos buenos melones. — Y mientras, el soldadito se yergue y mi mano va a su encuentro, es algo natural, la mano se sabe el camino a la entrepierna sin necesidad de que yo se lo mande. Y mejor una buena mano que nada.

Con la mano pringada, vuelvo al baño y abro el grifo de la ducha. Me quito los gayumbos con la otra mano y entro. Froto el cuerpo con fuerza y dejo que el agua se lleve todo rastro de jabón. No me seco, me pongo el albornoz y vuelvo a la cocina a terminar el café que se ha quedado frío. Escojo ropa cómoda y salgo a la calle. Un paseíto me vendrá bien.

Por la calle encuentro rostros conocidos a los que saludo con un buenos días, Fulanito, qué tal Doña Menganita, qué grande está el niño (y que buena su madre, con gusto...). Entro en el bar de siempre me acodo en la barra y mientras miro el escote de la camarera pido una caña bien fría. En la televisión dan el resumen de los partidos de la jornada. Me uno al coro de voces que critican al árbitro. Otro desahogo.

Se acaba el día y no he hecho otra cosa que beber y rascarme las pelotas. ¡Chinaski, estarías orgulloso de mí! Mañana me pondré el traje de persona decente y me esconderé tras el nudo de la corbata otra vez.
 
 
 
Aquí podréis disfrutar de más retos en los que la profesora, Caroline Lepage Directora del Centro de Investigaciones Latinoamericanas de la Universidad de Poitiers, nos invito a participar.





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