¿Recuerdas el día que llegaste? Al bajar del tren, se te enganchó el dobladillo de la falda en el tacón del zapato y caíste sobre mi espalda. Me volví a tiempo de sujetarte, y en ese momento preciso, la estación se iluminó. Pediste perdón atropellada y tus mejillas tomaron un tono rojizo. No se disculpe, señorita, te dije, y agarrándote del brazo te ayudé a recomponerte. Me diste las gracias y viste que tus medias habían sufrido un pequeño enganchón. Otra vez el rojo subió a tu cara y sonreí. Debí hacerlo con expresión de tonto, pues me devolviste la sonrisa. Te invité a tomar café, y dijiste que si.
La cafetería estaba desierta, el camarero secaba los vasos con la rodea, mientras miraba aburrido las noticias. Pedí los cafés y nos sentamos en una mesa alejada de la barra. Permíteme presentarme, soy Mario. Dije mientras extendía mi mano. Marilyn, contestaste, al darme la tuya. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y acabó instalándose en la base del cráneo, y ahí sigue, nunca se fue. Charlamos de cosas banales y poco a poco nos hicimos confidencias. Estuvimos horas hablando. Instantes hermosos que hoy te recuerdo. Entonces, como ahora, te retiré el mechón rebelde de la cara, y te di un beso. Sin pensarlo, como ahora. Pero entonces, tus labios aceptaron y respondieron, y ahora...
Tus ojos brillaron al despedirnos, era ya de noche, habíamos estado todo el día juntos, paseando con tu maleta, sin que eso importase. No queríamos decir adiós y que la magia volase. Quedamos en vernos al día siguiente, y al otro, y al otro... ¿Recuerdas Marilyn, recuerdas?
Sobre la cama blanca, una mujer hermosa, a pesar de su inmovilidad, a pesar de sus deformadas manos y su cuerpo retorcido, sigue siendo hermosa. Le ha escuchado hablar y ha recordado con él. Siempre recuerda y le duele, y grita, muy fuerte, grita. Pero sus palabras se quedan golpeándose en su cabeza. No consigue que lleguen más allá. No consigue que salgan por su boca siempre seca. Y eso le destroza, le rompe más por dentro de lo que está por fuera.
Recuerdo Mario. Lo recuerdo todo.Grita...
Recuerdo cuando empezaste a beber, recuerdo el primer bofetón, recuerdo la primera paliza y la última, y recuerdo las luces del coche cuando me atropellaste y me dejaste por muerta.
Una lágrima resbala por el rostro de Marilyn. Mario la recoge con el dedo y la besa.
Rosa M.
Relato que ha participado en el 9º Concurso Literario "Villa del Duero"
Una lágrima resbala por el rostro de Marilyn. Mario la recoge con el dedo y la besa.
Rosa M.
Relato que ha participado en el 9º Concurso Literario "Villa del Duero"
Nostalgia y tristeza me sugiere este relato, pero muy bien contando, muy bien.
ResponderEliminarBesicos
Un relato triste y muy hermoso, Rosa. De seguro lleva las de ganar.
ResponderEliminarBesos
Duro y descorazonador. ¿Sabes que hay un poema de Parra que se titula así?
ResponderEliminarMuy poema. Dureza del final, magia, muy bien ambientada, de los comienzos y un título que me remite al Gary Cooper que estás en los cielos.
ResponderEliminarUn beso y justicia en el concurso.
¿Muy poema?
EliminarNo sé porque puse eso...pero hay poesía en tus palabras, sí.
Que crudeza... Los dos puntos de vistas tan opuestos entre si, LA VERDAD y la distorsión enfermiza de esa verdad...
ResponderEliminarEspero que ganes el relato lo merece!
Un besote Rose :)
¡Qué triste! Y pensar que la realidad lo supera...
ResponderEliminarAbrazos suaves.
Duro relato. Me gustó mucho.
ResponderEliminar¡Saludos!
increible Rosa es precioso duro pero precioso
ResponderEliminarCapobá, América, Miguelángel, Carlos, Doña M, Lola, Juan, Mª José, gracias por vuestras lecturas y comentarios. Este relato pasó sin pena ni gloria, peo es que los relatos ganadores lo son merecidísimamente, estoy totalmente de acuerdo con el jurado y muy contenta de que así fuera.
ResponderEliminarBesos desde el aire