Fotografía: Jesús Fabregat |
Él abre la ventana, los naranjas del ocaso bañan el cuerpo de ella. Entibiece su piel y el sudor resbala por su cuerpo silueteandolo. Él la toma despacio del cuello. Le come la boca con ansias glotonas, a besos largos y profundos. Ella se vacía en él, le da todo lo que es, hasta su última gota. Cuando ya no le queda nada más que dar, él la tira y busca otra.
Rosa M.
Siempre habrá otra y otra y otra.
ResponderEliminarMe encantó, Rosa
Un "destornillador" sin su rudeza originaria. Un texto bello, para enmarcar. Besos
ResponderEliminarElla conseguirá llenarse de nuevo.
ResponderEliminarImagen propicia de atardeceres veraniegos.
De diez Rosa :)
Besos!!
Muy sabroso.
ResponderEliminarUn beso.
Duro...
ResponderEliminarEl exceso de material a veces hace que no se disfrute de lo realmente placentero si no de la cantidad. Quizás se esté perdiendo la esencia.
ResponderEliminarbesos d gofio.
Muy bueno, Rosa.
ResponderEliminarSaludos.