Caí de rodillas sobre la hierba recién cortada, y pensé que nunca había estado tan hundida.
Lloré, y mis lágrimas hicieron surcos por la tierra, se convirtieron en riachuelos que
Lloré, y mis lágrimas hicieron surcos por la tierra, se convirtieron en riachuelos que
llegaron al mar.
Las nubes en el cielo absorbieron mis lágrimas y al pasar sobre mí, me las devolvieron.
Guardé mis lágrimas, me levanté del suelo y caminé.
Mientras lo hacía una sonrisa se dibujó en mi boca.
Cada día sale el sol y renace la
esperanza.
Rosa M.
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