Las calles aparecen desiertas, no hay ni un alma. Camino despacio cubriéndome con el paraguas para protegerme de la persistente lluvia. A los cinco minutos escampa. Guardo el paraguas
Los establecimientos tienen las puertas cerradas, como si un extraño mal, se hubiese apoderado de su frenética actividad.
De lejos, creo ver una sombra que cruza la calle corriendo,¡ me habrá engañado la vista!.
Doblo la esquina, con la esperanza de encontrar a alguien en la plaza. Nadie.
Desesperada ante la perspectiva me dirijo al parque infantil. Los columpios , toboganes, caballitos, juegan solos, el viento les empuja. Nada, ni un alma.
Encamino mis pasos a casa, cuando llego unos gritos desgarrados me reciben a la entrada. Me asusto y entro nerviosa.
¡GOOOOOOOOLLLLLLLL!.
¡Y yo asustada!...
Se me olvidó que había fútbol en la televisión.
Rosa M.
Como se ve no me gusta mucho el futbol,
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