Me hacía la estrecha y forcejeaba para que él aplicase más fuerza a sus manos. Me gustaba sentir esa fuerza y dejarme vencer por ella. A la mañana siguiente, repasaba con mis dedos las huellas moradas de los suyos en mis muslos blancos. Eran mis trofeos y los atesoraba entre las piernas. En la oficina, pasaba mi mano por debajo de la falda y apretaba sobre aquellos rastros cárdenos disfrutando del dolor que me producía. Al llegar a casa él, me miraba suplicando perdón y besaba con delicadeza cada marca, a la vez que se excitaba, y yo volvía a cerrar con más fuerza para obligarlo a empezar de nuevo el juego que tanto me gustaba.
Me suena de haberla leído con anterioridad, Me equivoco?
ResponderEliminarMe encanta!!!
Besos!!
Dulces marcas... besos
ResponderEliminarSin palabras directas, el erotismo es fuerte en el relato. Me gusta que allí no hay violencia, no se violenta a la otra persona cuando es un juego para los dos.
ResponderEliminarSaludos.
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ResponderEliminarUn juego peligroso. ME gusta cómo las apariencias engañan en los roles que desempeña cada uno.
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