Había decidido dejar de fumar pero, para hacerlo, debía crear la
atmósfera necesaria. Una gran nube que le recordase sus malos humos, las
lágrimas que había escondido tras el consabido “me ha entrado algo en
un ojo”. Los momentos de charla y risas. El cigarrillo de después, el de
antes… Cuando consiguió condensar todo aquello en una compacta nube, la
ató por un extremo y la colocó, como un gran globo, en las ramas secas
del árbol que no había plantado. Ahora sólo le quedaba comerse a sus
hijos y borrar el libro que parpadeaba en la pantalla del ordenador.
como saturno devorando...
ResponderEliminarTienes un estilo propio y rompedor! Me encanta!
ResponderEliminarEs que esto de dejar de fumar resulta desquiciante en muchos casos.
ResponderEliminarBesos Rosa!!
Un gran micro Rosa, merecedor de estar arriba, ya viste que estábamos empatadas.
ResponderEliminarUn abrazo.
"Las disculpas son como el culo: todo el mundo tiene una y casi siempre huele mal".
ResponderEliminarBien escrito.
Hola Rosa,
ResponderEliminarCuánto tiempo!!!
Publicaré este magnífico micro en El Microrrelatista el día 26 de septiembre. Siempre que estés de acuerdo.
Un beso