Como partículas en suspensión, el ruido blanco flota, se acurruca, absorbe, mimetiza y espera. Espera agazapado para convertir en algo neutro las palabras, los sonidos, la música, las risas, los llantos. Todas las frecuencias y modulaciones acaban engullidas en esa línea espectral que transita el espacio-tiempo, infinita y eterna. La radio retransmitía, con voz monocorde, los últimos momentos del planeta. Éramos pocos los que permanecíamos escondidos, guarecidos en subterráneos como las últimas ratas que, al final, sin remisión, acabarían por abandonar el barco. La comida escaseaba y el agua estaba tan racionada que apenas disponíamos de un sorbo para refrescar los agrietados labios. El día en que la radio enmudeció y nuestras palabras se confundieron con ese ruido –porque el silencio es ruido, ruido blanco–, abrí la puerta y emergí hacía la luz que también, como el ruido, es blanca.
Bella blanca luz. Besos.
ResponderEliminaren el blanco se sintetiza todo
ResponderEliminarMe gusta mucho ese final, que yo veo ambiguo.
ResponderEliminarSalud.