Aprieta con fuerza y gira, derecha, izquierda, derecha,
izquierda. El aroma del zumo llega hasta su nariz provocando una queja en su
estómago. Las tostadas saltan y el café está listo.
Se sienta y coge la carta mientras desayuna, las dudas le
hacen dejarla sobre la mesa. Un sorbo de café, un mordisco a la tostada y el
ácido azucarado del zumo llenan de sabor su garganta. Mira la carta indecisa.
Ábrela, se dice. Pero las dudas no la dejan.
Termina el desayuno, recoge, friega los vasos y dobla cuidadosamente
el paño. En el espejo repasa su cara, arrugas y ojeras que hace poco no
estaban, definen ahora sus gestos. Como puede intenta corregir lo que el tiempo
le ha dejado, maquillaje, sombras, máscara en las pestañas y la roja barra de
labios. Labios sin besos, piensa.
En el armario selecciona la ropa, algo cómodo, un vaquero
y una camiseta, zapatos de tacón, no sabría afrontar ese día desde el suelo.
Necesita perspectiva, la que le dan sus zapatos, algo es algo.
El bolso, las llaves del coche. Se detiene y mira la
carta sobre la mesa de la cocina. La recoge, la dobla y la guarda en el bolso.
Más tarde, más tarde seguro que la leo.
Pasa el día en el trabajo, intentando borrar de su mente
la carta. Habla, ríe, discute. A la hora de comer, casi se decide pero la
vuelve a guardar en el bolso.
Al terminar la jornada, entra en un bar. Necesita darse
valor.
_ Ron con naranja. Le pide al camarero.
El primer trago le escuece y hace que se le arrugue la
cara, el segundo le calienta y al tercero, la copa se acaba.
_ Otra de lo mismo, por favor.
Ni siquiera la disfruta, de un solo trago ve el fondo de
la copa. Ya ni habla, con un gesto el camarero le sirve otra, y después, otra y
otra. Pierde la cuenta, tampoco le importa.
A trompicones llega a casa, en el cielo, un ocaso naranja
pone la última pincelada de color al día que acaba.
Saca la carta del bolso, la mira, está algo arrugada. La
estira con las manos, se la lleva a los labios, y con la voz tomada de ácidos
vapores anaranjados, la deposita encima de la mesa, gesticula con las manos y
dice tal vez mañana.
Hay querida Rosa cuanto miedo tenemos a los fantasmas del pasado. El caso es que no veo forma de superación a esto. Un besazo.
ResponderEliminarPues cuando ni con los efectos del RON ha podido abrir esa carta... mañana con la resaca.... lo dudo.... jejejeje
ResponderEliminarMe ha encantado este color!!!
Besos :)
Es mejor la incertidumbre que, quizás, la certeza de alguna realidad amarga...Posponerlo es dejarle espacio a la esperanza...
ResponderEliminarBesos color naranja
G E N I A L!!!
ResponderEliminarO a mí me sienta cada vez mejor tu estilo, o vos te superás día a día, Rosa
Beso grandote
Rosa, ¿qué recogerá esa carta que tanto la perturba? Es la cuestión del relato y el motor del mismo. Sea lo que sea, no creo que el tiempo se encargue de menguar el impacto que seguramente tiene, pues sino no se entiende que demore su lectura tanto tiempo.
ResponderEliminarExcelentes tus gamas de colores literarios.
Besoss
Me gusta mucho esta serie, Rosa. Hay en ella introspección, fuerza, calidez que nos hace empatizar con los personajes, contagiarnos con las emociones que transmiten esos colores.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bien, Rosa. Nos has sabido llevar por el día de la protagonistas, sus miedos y sus angustias, con esa carta en el bolsillo que por las pistas que nos dejas yo vi asociada a un diagnostico (un marido huido, una prueba médica, etc). Me gusta el final abierto.
ResponderEliminarNos quedamos como empezamos: redondo, totalmente redondo tu micro, y nosotros con las ganas de enterarnos.
ResponderEliminarMe ha gustado, Rosa. Está muy bien narrado: se acerca y aleja con la protagonista, con sus sentimientos. La perspectiva de los tacones, estupenda.
(Pero dime qué ponía en la carta...)
Un besooo, aunque no te lo mereces :)
Lo importante no es la meta, lo importante es el camino, la indecisión.
ResponderEliminarLa carta puede terminar arrugada y en la papelera, por listilla.
Un beso,
Rosa, me encanta. Me ha recordado a los Amantes del círculo polar y me ha dejado con la misma necesidad de saber lo que pone en esa carta. Me encanta sobre todo el principio. Esa mezcla de olores y sabores tan bien reflejada que se mezcla con el ánimo de la protagonista. Genial.
ResponderEliminarbss
Qué más da lo que ponga en la carta?! Lo importante es que ella decide, no cuándo llega, pero si cuándo le informa de lo que haya de informarle. Y mientras tanto, hace de su vida un sayo; bien, un cubata, pero, y qué? Eso es lo que valoro del micro, lo bien que queda justificada esta actitud.
ResponderEliminarAbrazos, Rosa.
Muchas veces tememos el temor de afrontar las cosas que se nos presentan y cometemos el error de tratar de ahogar los problemas con bebidas de diversos colores, pero nos engañamos porque así el miedo nos gana y no olvidamos los problemas al contrario se hacen mas vividos. Un placer el leerte y regalarnos tan buen escrito.
ResponderEliminarEntre los colores naranjas de la protagonista y sus dudas con la carta, me quedo con ese detalle del tiempo que ya no corrige, una que ya tiene las arrugas marcadas, como la piel de la naranja, te felicita por esta serie "de colores" que te hace respirar con tus palabras al aire...
ResponderEliminarYo ando un poco en "sequía escribidora" Tengo muchas ideas en el ático de mis pensamientos pero a la hora de ponerlos sobre el papel se me escapan por las chimeneas....
Espero que el Sr. Bloguer tenga a bien que este comentario se publique...
Besicos salados, amiga.
¡¡¡Bieeeeeeeeeeeeeeennnnnnnnn!!! Lo conseguí
EliminarPrecioso color elegiste para hoy, el naranja, me encanta. Y con él hemos viajado en el bolso de tu protagonista todo el día, arrugaditos como la carta, esperando un desenlace que no se ha dado, pero si no se ha dado... Me recuerda al Mota, "hoy noooo, mañaaaaanaaa" algo que mi hijo repite a menudo. Sigues conquistándonos con tus palabras querida Rosa.
ResponderEliminarAh, y me alegro Cabopá que por fin puedas dejar comentariios, uy ya me paso eso y qué mal, enhorabuena, uf es como sentirse un fantasma de blogger, porque nunca dejas huella.
Besos desde mi mar de sentimientos y un fuerte abrazo.
No afrontar prolonga el saber... lo llevas maravillosamente
ResponderEliminarUn abrazo
A veces necesitamos más valor del que creemos tener para enfrentarnos a lo que tal vez ya sabemos, sólo que cuesta demasiado verlo escrito en un papel.
ResponderEliminarPersonalmente pienso que prefiero saber, porque quien sabe puede albergar miedo, pero tiene esperanza y puede conseguir fuerza para afrontarlo.
Genial tu entrada mi niña Rouse...
Ultimamente ando algo despistada, estoy cuidando de mi mami en el campo... así que no tengo mucho tiempo de blog.
La vida a veces nos pone demasiadas trabas.
Besitos mediterráneos.
Tal vez lo lea mañana, jejeje. Que no, que es broma. Me ha parecido precioso pero muy triste o quizás, realismo guarro???.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu color naranja. Me ha encantado.
Besos
Rosa, me gustó tu naranja. Esos labios se merecen besos, seguro. Ojalá mañana lo primero que haga sea leer la carta.
ResponderEliminarGracias, besos.
¡Cuánto ácido hay en este relato! ¡Y qué bien derramado entre sus líneas! Sí, tal vez mañana.
ResponderEliminarAbrazos y besos sin acidez.
Este naranja tiene mucha consistencia Rosa, tanta como vitamina C.
ResponderEliminarTe salió una historia redonda, nunca mejor dicho, con el final que se junta de nuevo al mismo principio. Con día regado de naranja, exprimido al máximo y remojado hasta casi perder el sentido.
Me gusta tu serie de colores.
Besitos.
Preciosa esta serie de colores con la que estás regando tus entradas. Esta en especial me deja la curiosidad por el contenido de la carta. Yo tuve una así en las manos, que siempre dejaba para el día siguiente. ¡Imaginé tantas cosas que pondria dentro que cuando la abrí ....no tuve más remedio que contestar explicando todo lo que supuse y nunca apareció escrito!. Es una sensación como de incertidumbre, de curiosidad...de esperanza. Prueba alguna vez si recibes una carta (no, del banco, no).
ResponderEliminarDel naranja especialmente me gusta el ocaso, el zumo y las ...las flores estas que salen en todos los sitios ...que son muy duras ¿cómo se llamaban? ... ¿caléndulas?.
De tu micro, me gusta todo. Es suave y calido como un sol que se extingue.
Besos desde mis palabras.
Smuak!.
Tal vez mañana. Ni el desayuno, ni el subconsciente, ni el ron...todo puede esperar cuando hay dudas, o miedo, o lo que sea que le hace no abrir esa carta.
ResponderEliminarMuy bueno, Rosa (en tu línea).
Un beso.
Pues cuanto antes la abra, mejor...la carta de despido acecha.
ResponderEliminarMe gusta tu relato, te mantiene alerta de principio a fin.
( Bueno, lo del fina es un decir)
Un beso desde aquí cerquita.
Te ha salido un naranja doloroso y certero. Tienes frases que me han encantado, del todo, pero sobre todo: cuánto naranja en nuestras vidas y yo sin saberlo hasta ahora.
ResponderEliminarUn beso.
Estas eran esas cartas de colores de la que me hablaste, no? son muy buenas.
ResponderEliminarUn besazo enorme!!!
Por cierto, te llegó mi carta?
Espera malas noticias, pero siempre hay sorpresas. Y aún si es aún peor de lo que espera, cuanto antes lo afronte, antes podrá reconducir la situación.
ResponderEliminarÁcido tu micro como el color. Sí, quizás mañana, todos se dicen los mismo, quizás mañana, pero pocas veces llega.
ResponderEliminarBesitos