Desde el espejo, la mujer elefante me devuelve la mirada. Triste y lánguida, intenta guiñarme un ojo para hacerme sonreír. Una lágrima, sólo una, cae de ese ojo perdido entre la montaña de arrugas.
Esa lágrima que nace de la montaña de arrugas es una imagen muy poderosa. Lyncj estaría orgulloso. Y yo imagino una montaña de la que nace un río y tu relato. Un beso.
Ovación
ResponderEliminarGracias Oleza!!!
EliminarBesos desde el aire
Como un fogonazo, bravo Rosa.
ResponderEliminarBesos al aire.
Gracias Miguel!!!
EliminarBesos desde el aire
Bello y amargo, y pura poesía.
ResponderEliminarSon tus ojos ;)
EliminarBesos desde el aire
Una lágrima es suficiente para intuir su onda tristeza.
ResponderEliminarBuenísimo Rose :)
Gracias Doña M, por tus palabras y por acompañarme siempre.
EliminarMil besos y un fuerte abrazo desde el aire
Esa lágrima que nace de la montaña de arrugas es una imagen muy poderosa. Lyncj estaría orgulloso.
ResponderEliminarY yo imagino una montaña de la que nace un río y tu relato.
Un beso.
Gracias CDG por imaginar así...
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La mujer elefante se releva tras ese espejo como un ser inteligente y sofisticado.
ResponderEliminarun saludo
Pero no lo ve, sólo la tristeza.
ResponderEliminarBesos desde el aire