Ni era bruja, ni cobraba por lo que tenía entre las piernas. Y por mucha letra escarlata que se empeñasen en coserle al pecho, seguiría siendo como era. De esas que nacen libres, salvajes y que no hay hombre ni bestia que enjaularla pueda. Desde la pira los mira, su pena es honda; no por los hombres que la escupen y a la vez la desean, si no por ellas que, aun siendo mujeres, lo esconden.
Rosa M.
Estar tiene un precio, pero sale mucho más caro ser.
ResponderEliminarBrindo por todos los espíritus libres, vosotr@s sabéis bien por qué. Salud!
Besos al aire.
Pasen los años que pasen, vivamos en el siglo que vivamos, siempre hay que pagar un precio de una manera u otra por ser libres y autónomas.
ResponderEliminarUn besote Rosa!!
Me gusta mucho, Rosa. Y la foto que acompaña es estupenda.
ResponderEliminarBesazos
La libertad. Cuánto cuesta verla y tenerla.
ResponderEliminarUn beso.
¿Que esconden las mujeres?
ResponderEliminarBOOM!!
ResponderEliminarPotente y cierto.
Un abrazo!
Me gustó mucho este microrrelato. Las mujeres son criticadas por otras que no se atreven a ser, y hay hombres que critican lo que les gusta; yo por suerte me quité esa mala costumbre.
ResponderEliminarUn relato fuerte.
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