UNA HERIDA ABIERTA
Alicia siempre había sido una niña torpe y la primera vez que se puso tacones y el escueto vestidito rosa de fiesta se cayó y se lastimó las rodillas. Regueros de sangre roja recorrieron sus piernas y las hormigas subieron por ellas alimentandose de aquel nectar tan dulce como la propia Alicia. No hubo tiritas que detuvieran aquel caminito estrecho pero imparable de glóbulos y plaquetas inútiles que engordaba a las hormigas. Ellas engordaban y Alicia palidecia hasta que quedó eternamente dormida. Y no hubo ni conejos blancos, ni reinas rojas, ni siquiera sombrereros locos. Solo hormigas.
Tampoco hay que dramatizar, Alicia ha tenido un tropiezo, inesperado si.. pero digo yo que habrá un mañana y ese conejo anda por su jardín a menudo... en otra ocasión menos tacones y a correr...
ResponderEliminarComo me gustan tus textos Rosa!!!
Bss ;)
Rosa, qué final tan triste para la pobre Alicia!
ResponderEliminarBesos
Bueno, igual en su sueño, doña optimista, aparece un príncipe que la despierte. Un relato curo de sabor terroso.
ResponderEliminarLas hormigas callan rodillas tristes.
ResponderEliminarUn beso.
Hormigas insaciables. Pobre Alicia. Besos
ResponderEliminarCreo que me gusta mucho más este final.
ResponderEliminarUn beso.
HD