Un callejón oscuro, sobre el fangoso suelo un cadáver en blanco y negro. Viste traje sastre crudo y un sombrero panamá permanece a su lado cuidadosamente colocado sobre unos cartones para que no se ensucie. Tres agujeros negros desfiguran su rostro. Uno en la frente y los otros dos alojados en cada ojo. Al lado del cuerpo tres monedas bruñidas lanzan su brillo de plata a la noche.
Mickey Rourke baja del coche camuflado de la policía. Lo hace lentamente, le cuesta mover su pesado cuerpo de paquidermo deforme. Se acerca al cadáver y masculla unas palabras que nadie comprende. Sus inflamados labios de vieja vedette han perdido movilidad y sus frases suenan todas torcidas. Intenta agacharse sobre el cuerpo para observar desde cerca. Pero sólo consigue que su esfuerzo quede ridículo y dándose cuenta del hecho, le pide a su ayudante, un actor que comienza y que está en plena forma, que sea él el que haga la inspección ocular del cadáver.
El joven actor da cuenta de los detalles en voz alta y clara. Mete la mano enguantada en el bolsillo interior de la chaqueta del fiambre y extrae una cartera de piel marrón. Lee en voz alta el nombre del muerto. Harry Ángel,
– jefe, se llama como uno de tus personajes- dice, esbozando una sonrisa cruzada.
Mickey Rourke, mira con más atención al muerto. Algo en aquel cuerpo le resulta familiar.
Rosa M.
Me gustó, besos, muy original, enhorabuena y feliz semana, Rosa.
ResponderEliminarMuy original.
ResponderEliminarMickey Rourke sabe mucho.
ResponderEliminarMuy bueno, Rosa.
Un beso.
Inteligencia y misterio en este relato sobre todo al introducir un personaje famosos como protagonista y darle otra profesión. Me ha gustado el juego que le has dado, original y creativo.
ResponderEliminarBesos desde Tenerife y felices fiestas.