COMPAÑER@S DE TRAVESÍA

domingo, 4 de enero de 2015

DO NOT DISTURB


Ava se sentó frente al ventanal. Hacía frío para ser julio y miraba de reojo la chimenea que permanecía apagada desde el mes de abril. Los troncos y piñas que se encontraban en el cesto parecían gritarle que les prendiera fuego como si su presencia allí no tuviese sentido si no era para arder. No prendió la chimenea, en vez de eso, se puso sobre los hombros un chal de lana viejo y gastado. Un libro de poemas estaba abierto sobre la mesa y una taza de café abandonada a su suerte bostezaba dejando ver su fondo blanco. Llovia. 
Ava cogió el libro. Le gustaba leer en voz alta, escuchar el sonido de las palabras. Carraspeaba para aclarar la garganta y recitaba. Despacio, dando la entonación precisa a cada verso, haciendo las pausas marcadas y dejando que la emoción la embargase. Más de una vez se podían ver lágrimas resbalando por sus mejillas. Un gruñido lastimero desvió su atención de los versos. Ava le miró con indiferencia y pidió silencio. Pero no cesó, el gruñido iba en aumento. ¡Calla, escucha y aprende! gritó. Se levantó de la silla, tomó un pañuelo y con un gesto brusco se lo introdujo en la boca al desconocido que vino esta mañana a llamar a su puerta. Se había atrevido a intentar venderle, a ella, toda una serie de novelas, malas por cierto, galardonadas con un gran premio.

3 comentarios:

  1. Buen giro final a una escena costumbrista bien trazada.

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  2. Vaya, con la amante de los poemas, qué tremenda.
    Aunque... mira que la entiendo: los vendedores... vendan lo que vendan... son...

    Feliz Año, guapa!

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  3. Un final que compro.
    Un beso.

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Con tus palabras el aire se mueve y se llena de vida

SENSACIÓN EN LA TABERNA DEL CALLAO

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Gracias Javier Merchante

HEROES EN EL PLANETA DE LOS LIBROS

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Gracias Lola Sanabria