María retiró la trébede con el puchero del fuego. El cocido ya estaba listo para que los hombres se llevaran la comida al campo. Le gustaba dejarlo todo preparado antes de que las comadres llegaran. Cuando no lo hacía así, entre las confidencias y las risas, se le había terminado por pegar al fondo.
Llegaban todos a la vez, como si una llamada inaudible les convocase. Las mujeres ocupaban sus asientos junto al fuego con sus labores en las manos. Alcira, tejía una cesta con mimbres secos para los caramelos que tirarían en la boda de su hija Elena la próxima primavera. Los hombres un poco más apartados se liaban los cigarros del cuarterón que el abuelo Pablo había dejado sobre la mesa, mientras comentaban entre susurros que el lobo andaba cerca y los ojos se dirigían temerosos a Esperanza. La luz de los candiles no alumbraba lo suficiente para que vieran el baile de lágrimas en sus ojos, miraba la puerta y rezaba mientras sus manos se deslizaban solas sobre el hilado. Su Julián no había vuelto de con las bestias. Nadie decía nada al respecto, sólo suspiros y algún comentario suelto. El viento soplaba afuera y unos fríos copos empezaban a caer. La puerta se abrió de golpe y Julián entró en la cocina. El aire se escapo de los contenidos pulmones y volvieron las risas y las chanzas. Una única mirada entre Julián y Esperanza dio el susto por zanjado. Esperanza continuó hilando.
Rosa M.
Este relato ha participado en el el II Concurso de Relato Breve "Leonardo Barriada". Aquí podéis leer los relatos seleccionados, entre los que se encuentran los de: Mar Glez Mena (Puck), Elisa de Armas, Isabel Martínez Montoro (Yashira), entre otros estupendos relatos. Enhorabuena a todos.
Rosa, recuerdo haber disfrutado de la lectura de este microrrelato y, también, haber sufrido al tener que elegir los finalistas y dejarlo fuera.
ResponderEliminarYo, que alguna vez he alardeado de reconocer a los autores que leo habitualmente, en esta ocasión me he llevado una sorpresa mayúscula al saber la identidad de los participantes y relacionarlos con sus microrrelatos. No he dado con ninguno.
Gracias por contribuir a que me enriqueciera con la lectura de estos microrrelatos.
Besoss
Ha tenido que ser muy difícil Nicolás. Yo no hubiera podido decidirme. Gracias por vuestra labor, habéis realizado un gran trabajo.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Un buen retrato costumbrista de un pasado y un carácter. Me parece muy logrado. Mi enhorabuena, aunque no lo seleccionaran.
ResponderEliminarGracias Miguelángel!!!
EliminarBesos desde el aire
Qué bonito relato Rosa, he estado conteniendo el aliento hasta que ha entrado Julián, esas esperas tan duras a veces, qué bien lo harraste.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Yashira y enhorabuena de nuevo.
EliminarBesos desde el aire
Qué bueno Rosa, me encanta la oprimente atmósfera que consigues crear, y la liberación final, sin gran ceremonial, lo cotidianidad que envuelve la alegría y la desgracia por igual.
ResponderEliminarY el eterno trébede que, ni que sea en nuestras letras, se niega a desaparecer, je je.
Hubiera encajado perfectamente entre los finalistas.
Besos al aire.
Me gusta la palabra trébede y esta era la ocasión de usarla y recordar aquellos pucheros al fuego de leña...
EliminarGracias Miguel y besos desde el aire
Es buenísimo, me encantó, espero que tengas suerte. Lástima que los premios no dependan de mi, Los GANABAS Todos :))
ResponderEliminarBesos Rosa :)
GRACIASSSSS Doña M!!! ;)
EliminarBesos desde el aire
Me ha gustado mucho, Rosa, este relato costumbrista tan bien hilado.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.
Gracias Lola. Ganas tengo de pillar tus partículas...
EliminarBesos desde el aire
Me gusta mucho. La descripción del ambiente y la vida de ese tiempo me parecen acertadísimos. Y mira, termina bien. No sé porqué pero me da la sensación de que últimamente lo que acaba fatal se impone por todas partes.
ResponderEliminarUn beso, Rosa.
La vida de estos personajes era tan dura M. que no quería hacerles sufrir más de la cuenta. Gracias y besos desde el aire
EliminarThis is cool!
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